Bubión, de nombre latino “bovium”, que significa “tierra de bueyes”, se encuentra colgado del Barranco del Poqueira, que desciende desde el Veleta, lo que lo dota de calles empinadas salpicadas de casas de terraos planos de pizarra por las que han pasado diversas culturas y un clima excepcional por su orientación hacia el Mediterráneo.
La mezcla de culturas nos ha dejado imborrables huellas puestas en sus calles, entre las que destacan la Ermita de San Antonio, que probablemente ya fue un lugar de culto en la época musulmana; la Iglesia, que fue quemada durante la rebelión de los moriscos y luego afectada por los terremotos de 1804, pero que hoy luce totalmente restaurada; la Fuente de la Hondera y, junto a ella, el Lavadero. Caben también destacar el Horno de Nade, un horno de pan, y el Taller del telar, un conjunto de telares en perfecto funcionamiento, que se encuentran en el interior de una vivienda, y que es uno de los pocos telares tradicionales de la zona.
Se dice que en Bubión había un enorme castaño en cuya copa vivió un águila imperial junto a un grupo de alcaudones y en su tronco hueco, una mezquita a la que los viernes iban los fieles a orar y en la que vivían una madre, hilandera, y sus 10 hijos. Se dice que además de su ingente tamaño, el castaño poseía poderes únicos, pues era capaz de convertir a las serpientes en veletas, a las chispas eléctricas de las tormentas en arcoíris y, en tiempos de hambre, su corteza se convertía en pan de higo. Dice la leyenda que, en la noche de San Juan, el castaño se transformaba en una legión de moros sarracenos que cabalgaban por las cumbres de Sierra Nevada.
Entre Bubión y Capileira, dicen los antiguos que aparecían una gallina y sus pollitos sin que nunca nadie los pudiera coger, pues de repente desaparecían, apareciendo después muchos metros más allá, pero según cuentan, en el sitio donde aparecen siempre se encuentra un tesoro.
También en Bubión, en la torre de su iglesia, se cuenta que vaga el espíritu de una joven mora que fue repudiada por su padre al enamorarse de un joven cristiano.
Bubión no nos dejará marchar sin antes degustar sus famosos jamones y cecinas, su sopa alpujarreña o la de almendras, hecha con ajo, cebolla, almendras, tomate y jamón, o el potaje de castañas, elaborado con castañas, agua y azúcar.