Cerca de Busquístar y Juviles nos sorprende Cástaras, apodado en unos viejos archivos del Ayuntamiento como “vergel dormido entre piedra y agua” y formado por dos núcleos de población: Cástaras y Nieles, recostados en una serie de barrancos pertenecientes en parte a la Sierra de la Contraviesa, y que miran al valle por el que discurre el Río Guadalfeo. Sus calles empinadas cuajadas de casas blancas admiran embelesadas los paisajes que las rodean entre los que destacan las antiguas Minas de hierro del Conjuro, un espectacular yacimiento desde el que se domina el valle de Trevélez.

En el pueblo se encuentran varios espacios considerados Bienes de Interés cultural. Son ejemplos los Baños del Piojo, un sencillo balneario datado en 1574 y activo hasta 1960, de aguas sulfuroso-cálcicas, ideales para tratar enfermedades de la piel y de los huesos, y que debe su nombre a la abundancia de piojos en la zona en otra época.

Cástaras elabora una excelente gastronomía representada por buenos embutidos y chacinas y guisos espectaculares como el remojón, el choto al ajo cabañil, una salsa elaborada con ajo, vinagre, agua y sal, o el potaje de castañas.