Seguimos nuestro camino y nos encontramos en Alpujarra de la Sierra, un bello municipio formado por dos núcleos de población que son Mecina Bombarón y Yegen, así como el Barrio de El Golco y el Caserío de Montenegro, situados todos a unos 1 230 metros de altitud. Llama nuestra atención un fantástico clima en cualquier época del año. Rodeados de enormes castaños centenarios nos enamoran con bellos paseos por el laberinto de sus calles siempre engalanadas de flores, donde en los años 30 del pasado siglo, un episodio conmovió a las gentes de la zona. Cuenta la leyenda que, a la muerte de su padre, dos hermanos habían heredado una magnífica casa en el barrio de las Argaidas, y como la zona se estaba despoblando por encontrarse muy cerca de un cementerio musulmán, el mayor de ellos decidió construir una nueva vivienda en el barrio de Laujar, pero aprovechando la mayor cantidad posible de elementos y materiales de la recibida de su padre, cosa que el otro hermano no aprobaba, pues no quería destruir la casa de sus antepasados, llena de historias y de leyendas, como la de los fantasmas que se aparecían a los labradores indicándoles dónde se encontraba una olla llena de oro que los moros habían abandonado a su huida de la zona.
Tras muchas discusiones, este cedió y ayudó a su hermano a desmontar la casa. Pero un día que se dirigía hacia ella se topó con una vieja enlutada que llevaba al hombro una cesta de higos, que le ofreció unos pocos sin admitir pago a cambio, aunque sí que le advirtió que pronto su vida iba a cambiar, “pues al hombre que respeta sus raíces no le hace falta cambiar de tierra y al que desprecia a sus antepasados se lo lleva la guadaña eterna”.
Cuando llegó a la casa pudo contemplar como su hermano quedó sepultado bajo una viga que cayó, sin poder hacer nada por él. Al terminar el entierro del hermano muerto y regresar a la casa, cuando vio la viga que lo había matado comenzó a golpearla con rabia, y uno de esos golpes abrió un hueco en la misma que encerraba un valioso tesoro en su interior y que él utilizó para restaurar la antigua casa familiar, en la que colocó una veleta que aún existe y donde dice: “Todo es cuestión de suerte; donde unos hallan la vida, otros tienen la muerte”.
Alpujarra de la Sierra no sólo nos ofrece leyendas, sino también un importante patrimonio representado por la Iglesia del Dulce Nombre del Niño Jesús, con un meticuloso artesonado mudéjar que alberga en su interior una imagen del Niño Jesús; la de San Miguel Arcángel; la Ermita de Montenegro o el Puente romano de Alpujarra, un camino real que unía Almería con Granada.
También nos ofrece una cuidada gastronomía con profusión de platos, tales como las Migas de Alarcón, elaboradas en honor del escritor Pedro Antonio de Alarcón, que quedó encantado con ellas; la olla de hinojos, las gachas de “ajo quemao” o las de caldo colorao, el guisaíllo matancero, el potaje de castañas y una gran variedad de dulces de origen morisco.